DATOS TÉCNICOS
Recorrido: Río Olimar desde T. Y Tres hasta Pto. Charqueada. 120 kms. de navegación según cálculos de Pedrito que midió en el mapa ó 150 kms. para los canoteros de competencia en Semana Santa (la falta de GPS sigue dando tema de discusión de donde estamos, cuanto recorrimos, etc.).
Período: Sábado 25 de Octubre hasta Sábado 1º de Noviembre.
Participantes: Embarcación Tracción Tripulantes Banana Boat Yamaha 2,2 Walter Carballo, Sergio Carballo. El Reparao Mercury 3,5 Martín Carballo, Luis Rodríguez, Osvaldo Cardozo. Leo Evindure 8,0 Ignacio Ubilla, Valentina Ubilla. Despelote Jhonson 2,3 Gustavo Perdomo, Ana Paula Perdomo. Pedro Campbell Remo Pedro De León, Gabriel Colombo.
Pedro de León y Alvaro Roel fueron los apoyo de tierra (¡¡¡como corresponde a una buena organización!!!).
Faltaron con aviso: Ricardo Colistro por problemas de salud (muchos años !!). Al faltar en médico del grupo, se le asignó la responsabilidad a Pedrito (a falta de médico bueno es veterinario). Otras faltas con aviso fueron Juan Martin Perdomo y Sebastián Carballo, penados por ser boludos en el liceo.
Traslado terrestre: Peugeot 505 de Ignacio y trailer con Reparao y Leo Citroen Saxo de Sergio y trailer, con Banana Boat y Despelote Volkswagen Paratí de Pedro Viejo y Trailer con Pedro Campbell Citroen Zx Break de Gustavo
Sábado 25 de Octubre
La salida se fijó a las 13 horas en FISEMA (planta Industrial en pleno desarrollo y auspiciante oficial de travesías varias) ubicada en la ruta 36, km 30.500, Canelones.
Los Carballo llegaron temprano, pero el trailer de Sergio fue el último en cargarse. Padre e hijo gastaron más tiempo discutiendo la estrategia que atando. La carga quedó tan bien atada que a los 15 kmts. perdieron 2 cubiertas que se remacharon en el auto de Ignacio. Y bueno, son cosas que pasan.
A eso de las 14 hs. llegaron Gustavo, Osvaldo y Ana Paula y más tarde Ignacio, Luis y Valentina.
Con la puntualidad que nos caracteriza, partimos a Treinta y Tres exactamente a las 16 hs. y 12 minutos. Pedro, Pedrito y Gabriel quedaron de salir el domingo desde el Pinar. Cuando la caravana llegó a la bifurcación con Lascano nos dividimos porque Sergio tuvo que llevar a su señora a la casa paterna. Quedamos de encontrarnos en T. y Tres. Decía Napoleón: Todo el mundo se vende, el asunto es llegar al precio, el precio fue un cordero. Esta corruptela fue aceptada por todo el grupo. La carga quedó tan bien atada que a los 15 kmts. Perdieron 2 cubiertas que se remacharon en el auto de Ignacio . Y bueno, son cosas que pasan. Reiniciamos la marcha. En la bifurcación con Lascano nos dividimos porque Sergio tuvo que llevar a su señora a la casa paterna. Quedamos de encontrarnos en T. y Tres. Decía Napoleón: Todo el mundo se vende, el asunto es llegar al precio. El precio fue un cordero. Esta corruptela fue aceptada por todo el grupo.
A eso de las 20 hs. el tiempo se puso feo, con tormenta y relámpagos. Resolvimos cenar en Mariscala para facilitar la llegada. Cenamos opíparamente, con buen vino y demás ingredientes. Reiniciamos la marcha. Acto seguido, se rompe un tensor del tryler de Sergio. Solucionamos rápidamente el inconveniente gracias a que Gustavo tenía tenía tornillos de todo tipo. ¡¡¡Que fenómeno!!!
Cuando llegamos al camping del Río Olimar, Sergio ya tenía el cordero en cuestión encima de la parrilla, así que volvimos a comer. Quedamos con la panza como tambor. Los niños se fueron a dormir en una carpa armada debajo de un alero, en medio de autos, tarrinas, canoas y otros menesteres.
Inmediatamente, unos trucos jugados a muerte. A muerte pero por nada, solo por la necesidad de compartir, de reírnos, de bromear, de sentirnos unidos. Es una necesidad como el aire que respiramos. A eso venimos, aventura con el paisaje del río y vida “en serio” con los tripulantes del grupo.
Antes de dormir, probamos los motores para salir temprano del día siguiente sin problemas. A la máquina de Gustavo hubo que hacerle algunos ajustes, sobraron piezas pero igual anduvo. Los mecánicos del grupo son Ignacio y Luis. La dejamos por ahí. La otra prueba mecánica previa a la partida, fue probar un precioso farol Colleman de dos mantillas, propiedad de Gustavo. Fue complicado. Al final, un veterano funcionario de la Intendencia lo hizo andar, pero no sabemos como. Adelantamos que este asunto fue un martirio durante toda la travesía.
Nos fuimos a dormir para levantarnos temprano, cargar las embarcaciones y esperar a Pedrito y a Gabriel que venían con Pedro viejo que, según adelantaron, llegarían a las 9 hs. del día 26.
Domingo 26
Nos levantamos tempranito. A la salida del sol mateamos tranquilamente y luego desayunamos con cordero frío que sobró de la noche anterior.
Nueva prueba del motor de Gustavo, y aquí se transcribe textualmente el aporte de Valentina: “ Gustavo y sus “cosas”. Para complicar algo con el motor “nuevo”. No estaba probado. Luis desarmó 30 veces el carburador, cambiaron bujías, etc. Ignacio alcanzaba herramientas. Al final a las 11 y 30 el motor prende bien. Saldo final: Gustavo va a cocinar siempre que le toque a Luis y a Ignacio, además de pagar chapa y pintura del trailer de Ignacio más un farol. Para no hacerlo largo, en otro momento contamos la noche pasada con Gustavo y su nuevo farol a nafta.
Entre todos los niños armamos una amaca con una cubierta y un cabo. Nos divertimos mucho hasta Los niños encontraron actividades varias. Una hamaca armada con una cubierta y un cabo dio diversión un buen rato, hasta que el niño Gustavo (ya pasados los 100 kilos) y su hija Ana Paula se colgaron juntos hasta que reventó el cabo ya qie Gustavo (ya pasados los 100 kilos) y su hija Ana Paula se colgaron juntos.
A media mañana fuimos a la carnicería “El Gancho” a levantar otro cordero que nos regaló gentilmente (medio obligado) el director de INIA Gonzalo Zorrilla. Fue en castigo por no habernos acompañado. Así que otra vez las brasas para el nuevo animalito. El asunto era asarlo para que aguantara durante el viaje.
Cuando estábamos comiendo, llegan Pedrito y Gabriel con la canoa y sus cosas en un Chevete viejo. El dueño del auto era un “piernazo” de los que quedan pocos. ¿Qué pasó? Pedro el Grande quemó la junta de la tapa de cilindro de la camioneta en Mariscala. ¡¡Calculen la calentura de ese macho!!! El veterano del Chevete, que estaba ahí, se apiadó de los muchachos y los trajo hasta el Olimar.
Cargamos las embarcaciones en el río, ante la atenta mirada de los locatarios y a las 17 hs. partieron primero los remeros Gabriel y Pedrito. El resto del grupo partió a las 17 y 30, previo a dejar los autos y trailer en INIA bajo la custodia de Alvaro, quien nos regresó al río.
A la hora y pico de navegación a gran velocidad, y entre los recodos del río ocurre un vuelco espectacular. Los que estábamos en la retaguardia, vimos a Walter en el medio del río, Sergio agarrado de la canoa y la carga desparramada por la corriente. Por suerte no pasó nada, pudimos solucionar los problemas y seguimos la marcha hasta un arenal.
El motivo de la volcada fue la falta de estabilizadores, ya que uno se perdió por el camino. Sergio describe así lo ocurrido “El zigzagueante recorrido del río y su gran velocidad nos apretó contra unos sarandíes que inclinaron la canoa hasta que ¡¡ Hombres al agua!!.
La carga estaba atada y cubierta con una lona, pero el lugar de la volcada fue poco propicio ya que era profundo y de monte cerrado. Estuvimos buscando costa como 15 o 20 minutos y entre tanto la corriente y las curvas del río fueron desarmando la carga hasta que se desparramó todo.
Pudimos probar la solidaridad y entrega del grupo en los momentos de apuro. Recogimos casi todo, pero donamos al río unas sillas, una bombilla y el dulce de membrillo que venía debajo de mi asiento, pero lo peor de todo fue que no pudimos encontrar una tarrina con cosas personales de papá” Posteriormente el extravío de esa tarrina fue anunciado en el canal y radio de Treinta y Tres.
Osvaldo tomaba nota en su libro de bitácora, mientras pensaba “ya tengo para desquitarme, se me fue el drama existencial, ya no me van a acusar de problemático” El hombre, en sus memorias, le sacaba jugo a todo esto. Pero en verdad, merece un reconocimiento, ya que anduvo como un relojito, prolijo, laburador y previsor (igual, los que lo conocen, no lo van a creer). Dijo que iba a ser el relator de la travesía, pero al tercer día se emboló y no escribió más. ¡¡¡Todavía estamos pensando que nos olvidamos de contar!!!!
Acampamos en el arenal, no daba para seguir, había heridos de guerra y muchas cosas por organizar. Por suerte no hacía frío y el sol brilló fuerte hasta su poniente. Buscamos un poco río abajo, pero no encontramos a los remeros, se habían alejado mucho y el río corría peligrosamente.
Gustavo, con su habitual entrega y preocupación por los compañeros, sale sin previo aviso solo con El Despelote a la búsqueda de Gabriel y Pedrito. El resto aguardamos nerviosamente y entrada la noche Gustavo no aparecía “La puta que los parió, ahora tenemos 2 problemas”. Por suerte, calmamos a Ana Paula y al rato, su padre se hizo presente todo mojado y temblando de frío.
Por sus relatos aprendimos que se puede navegar de noche, iluminado por la luna y contra la corriente. Si uno hecha el cuerpo hacia atrás se pueden observan los accidentes del río que se reflejan en el agua. ¿O eso es sólo para Gustavo? Según dicen las malas lenguas el “loco Perdomo” tiene un arreglo con San Pedro. El asunto fue que no los encontró. Al final recibimos el aviso por celular que estaban bien y que nos esperaban el otro día.
Así relata Gustavo “Quedó claro que la salida fue totalmente al pedo, innecesaria se dice, y casi suicida, a la vuelta contra la corriente que estaba fuerte, falló uno de los arreglos al motor, leáse las piezas que sobraron eran necesarias al fin y de cuentas y solo Dios me ayudó. Sobre todo con la necesidad de llegar de short y camiseta, mojado a las 22:00 hs con la luz de la primer luna creciente sobre el lucero. El paisaje era maravilloso y se agudizan los sentidos. Pero no hay justificación, todos pasamos un mal rato, y no se va a repetir, por lo menos, esa”
Mientras tanto, al lado del fueguito secamos algunas cosas y comimos más del cordero que quedó del almuerzo. Walter y Sergio tenían colchones y sobres de dormir mojados, pero contaron con el abrigo de ropa prestada por el grupo.
Lunes 27
Nos levantamos tempranito para salir, previa mateada y desayuno. Walter y Sergio durmieron mal y poco porque tenían los sobres de dormir mojados por el vuelco del día anterior. Pero estaban de buen humor como corresponde a gente de categoría.¡¡ Que manito!! ¿He?.
Después de navegar un par de horas, nos encontramos con los remeros. Estaban tranquilamente esperando el pelotón. Aprovechamos la parada para desayunar con asado, salchichón, queso, vino y naranrjita Tacuarí. Y después de los comentarios del reencuentro y de los accidentes del día anterior, vuelta al río Olimar.
A esta altura, la correntada estaba fuerte. El río se angosta y se encajona entre barrancones. Bonito paisaje. La fuerza del agua provocó otro vuelco, Pedrito y Gabriel. No pasó a mayores, lograron hacer pie, sacaron el agua de la canoa y pronto. Más vaqueanos que los otros “volocadores”, tenían las tarrinas atadas por lo que al rato ya estaban en la ruta. Comenta Pedrito: “Fue un bañito obligado. Esto es lindo vivirlo y no soñarlo para que luego se pueda decir: ¿Te acordás …….?”
El agua encrespada por las piedras de las correderas del Olimar ofrecía un cierto encanto, pero también peligro. Con el cauce en condiciones normales, se forman unas cascadas que seguramente nos hubiera obligado a desensillar y pasar a pata. Menos Gustavo, por supuesto, que hubiera largado su canoa con tremenda furia. Hermano: esta vez te hubieras reventado, te salvaste.
Bueno, todo en orden y seguimos la marcha. Ya estábamos cerca del Paso de la Laguna que era el lugar decidido para acampar, en unos arenales que nos había dicho Alvaro Roel que eran bárbaros. Pero como no podía ser de otra manera, Sergio rompe el soporte del motor. Fue mala suerte porque en realidad, estaba impecable. Estaba firme y sin juego. Fue revisado cuidadosamente antes de salir. ¡¡Hay Sergio!! ¿Cuándo vas a aprender? Tremendo pelotudo!!
Así fue que tuvieron que llegar a remo. Remaron Sergio y el hombre viejo, que según dijo, lo único que no quería era remar. Dios y su hijo lo castigaron.
El arenal era algo chico, pero tenía altura y buena vista. Estábamos cerquita del campo de INIA. También estaba cerquita el agua en el campamento. El río crecía a razón de 2 o 3 cms. por hora. El sol golpeaba fuerte y el arenal se reducía. Pero por suerte, Gustavo con el machete en la mano, descargó toda su humanidad contra el monte. En poco rato formó un amplio espacio que parecía una casa.
Estaba fresquito, así que trasladamos el campamento con fogón y todo. Pusimos las hamacas paraguayas y las sillas, y mate mediante, conversamos de todo un poco. En el picoteo de la charla, no se porque razón, salen a luz los grandes sabios del mundo, Einstein, Mendel y otros. Y ahí se picó la cosa. Osvaldo y Pedrito se trenzaron en una discusión sobre la sabiduría del Cura. Son esas discusiones que no sirven pa´nada pero estuvo divertida. Pasamos un buen rato.
La varita que puso Gabriel al borde del agua para controlar la creciente, indicaba que el nivel seguía subiendo. Yo les dije comenta Luis. A mi me gustan las barrancas porque son mas seguras para acampar. Si el Olimar sigue subiendo, me subo al bote y espero tranquilamente, no hago nada. A Osvaldo, que escuchaba, la creciente le empezó a comer el coco y mostraba un nerviosismo creciente. El resto del grupo estaba tranquilo, probablemente porque estaban concentrados en el arreglo del espejo del Banana Boat.
Para comenzar el cuento a lo García Marquez, relatando primero el final, era evidente que el “paganini de la boda” tenía que ser Ignacio. Mecánico de los motores, calculista de la resistencia del espejo y para completar, la Leo era la única que podía remontar el río hasta INIA. Dejate de joder le dice Ignacio a Sergio mientras se bañaba. Estuve todo el día apoyándote y no me das tiempo ni para el aseo. Si, si, entiendo pero tenemos que ir otra vez a INIA dice el otro.
Digna de mención es la macanudez crónica del personal de la Institución. Sobre todo de Mesa que los llevó a Treinta y Tres para comprar elementos para hacer los famosos flotadores y el nuevo espejo. Y también pagó 300 pesos porque la barra andaba sin plata en los bolsillos. También Falero y todos los demás. Cosas lindas de vivirlas para poderlas contar.
Luis, que fue el carpintero del espejo, también perdió su tiempo en el arreglo del Banana Boat. Digo perdió porque su obligación era pescar para alimentar a los comensales. Pero no trabajó gratis porque se cobró con un enorme disco dentado para hacer una plancha. Es chambón pero “piala” ¿No?
Mientras nuestro cocinero oficial (el Arq. Gabriel) se disponía por fin a hacer una comida de olla y el resto del personal andaba en la vuelta, Osvaldo y Walter charlan sentados en un arenal frente al río. Cuenta Osvaldo: “Hablamos de los hijos, de sus proyectos. Muy poco de nosotros. Después silencio.” “Silencio activo y despierto. Silencio que se aprende con el pasar de los años.”
A la nochecita, Osvaldo que a esta altura tenía un “cagazo” celestial por el asunto de la creciente, desarma silenciosamente su carpa y acomoda todas sus cosas.
Ignacio: Osvaldo ¿Cómo es la cosa? ¿Cual es el plan?
Osvaldo: Plan ninguno, yo voy a dormir en la hamaca. Por las dudas tengo todo pronto.
Tan asustado estaba que hizo cambiar la ubicación de la carpa dos veces a Gustavo, ¡¡ solo él le hace caso al viejo !!
Antes de dormir, discutimos el plan de navegación para el otro día. Resolvimos hacer un recorrido lo más largo posible para pasar dos días acampados para descansar y disfrutar de una linda naturaleza.
Martes 28
Los primeros en levantarse fueron Martín, Walter y Osvaldo. A las 5 y 30 los veteranos toman mate y Martín toma leche caliente con galleta tostada en la parrilla. Por suerte el río se calmó y la creciente comenzó a retroceder. Después se levantó el resto de la negrada y por último el más dormilón, como todos los días, Pedro “El Chico”.
Cargamos con calma las embarcaciones, y a eso de las 9 de la mañana, iniciamos la marcha. Los remeros se escaparon, nos costó alcanzarlos. Con la ayuda de la corriente y de la fuerza de la juventud tenían buena velocidad por lo que iban a la par de las embarcaciones motorizadas.
Fue como en el Río Negro cuando Osvaldo y Ricardo (120 años entre los dos), remando en la Tatanca pasaban a los motorizados. ¡¡Tomá!! Fue una navegación tranquila, ya el río comenzaba a ensancharse. Las aguas más tranquilas y menor la correntada. En la proa del Reparao iba desplegado el sobre de dormir de Walter que todavía tenía humedad, el timonel era Martín.
Como guías de la Leo y del Despelote iban Valentina y Ana Paula sentadas como unas reinas. Sería lindo saber que pensaban esas cabecitas. No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que registraron, tal vez en forma inconsciente, una vivencia de la que no se olvidarán por el resto de sus vidas.
Los tripulantes del Banana Boat distendidos. Walter como guía saludaba amablemente a la muchachada de las otras embarcaciones cuando pasaba. ¡¡Con flotadores es otra historia!!
Sergio se queja del nuevo espejo porque el mango del motor le golpea en el costillar y le saca capacidad de maniobra. Pero es solamente un detalle, la historia cambió.
Como a las 4 horas, mas o menos hicimos una parada para estirar las piernas, comer alguna cosita y decidir el nuevo campamento. Lo que decidimos fue que en el primer lugar que encontráramos que fuera agradable y seguro, hechábamos ancla. Caminamos 15 o 20 minutos y apareció el lugar. Un arenal enorme abrazado por una lengua del río que lo hacía aparecer como una isla.
Del otro lado del cauce, era como un arroyito manso lindazo para bañarse y sin peligro para los niños. Asi que cuerpo a tierra y a prepararse para pasar dos días de disfrute y alegría.
Miércoles 29
Pasamos horrible el lugar estaba lleno de arena y hacia un calor de verano, no había más remedio que tirarse al agua aunque sea un poco. A los gurises había que entretenerlos, cartas, generala, Rugby, que Ignacio les ganó volando con los gurises a los “pesos pesados” de Sergio y Gustavo, a Ana Paula casi le rompemos la Pata y a lo último el único que siempre se queda con nosotros a jugar es Gustavo, dices que es porque no hay casi diferencia en edad mental. A Luis se le ocurrió una idea ¡¡¡ GENIAL!!!, habían unas barrancas llenas de arcilla, porqué no va Gustavo con los gurises a buscar y hacen unos recuerdos, los mamertos pensaron en vasos pero al final saldría otra cosa mejor de la cabeza de los gurises.
Jueves 30
¡¡¡NOCHE DE BRUJAS !!!
Qué invento el de los yankis, a Sergio se le ocurrío salir a comprar leña, estaba carísima e hizo una pila de la gran siete. Esa noche fogata, a la luz de las estrellas, y CUENTOS DE TERROR ¡!!!
Por aquí tengo la transcripción del relato de Ana Paula: “Hola me llamo Ana Paula. Es el primer año que vengo a una travesía, fue divertido cuando Sergio e Ignacio hicieron la fogata el día de Halloween, también contamos historias de terror y yo me asustaba porque fue espeluznante y divertido”.
Gustavo: “Estaba tan sobregirada que yo quería que disfrutáramos de la noche y el silencio y ella no podía parar de hablar para llenarlo con su voz. No hubo caso” ¡ Mirá quien lo dice !
Viernes 31
¡¡¡ LA LLEGADA !!!
Es la parte más embromada normalmente porque no tenemos las más mínima idea de donde estamos. Esta vez fue peor porque San Pedro que nos había tratado bien hasta ahora, salvo por los tábanos, nos largó un día frío, de viento en contra, con algo de agua y con el río bajo, o sea cauce lento.
Y nosotros según los buenos cálculos de los que saben de la cosa, Pedrito, Ignacio y Luis por ejemplo, teníamos 6 horas de navegación a buen ritmo. Gustavo salió mal, porque tenía todo para pasar seco pero se cayo dos veces dentro del agua con ropa y todo y terminó haciendo las 6 horas mojado con frío y viento.
El río por esta etapa se ensancha y estaba bajo por lo que todo fue a fuerza de motor y no quieran saber cuando llegamos al Cebollatí, casi la Laguna Merim. Un paisaje hermoso que ni el día gris pudo opacar. Cada tanto apagábamos el motor para poder disfrutar los ruidos de la naturaleza, eso se extraña de los remos. Al mediodía hicimos una parada y le dimos de punta al salame, un arroz del día anterior, galletitas saladas, vino, la vieja y fiel Naranjita Tacuarí (“Son mejores y son de aquí”) y asado frío. Da gusto, da gusto……….
Éramos TAN POBRES ……
Osvaldo Cardozo